martes, 27 de marzo de 2012

LA ÚLTIMA VEZ


Por fin llegó el momento. El mágico momento de compartir de nuevo el lecho, de refugiarse entre sábanas. Temblando me hallaba, como un niño recién nacido. He de reconocerlo ¡Incluso balbuceando palabras! Que me ocurre cuando quiero expresar lo que siento y no puedo. Sí, sin poder hacerlo me hallaba; y sin “huevos” para mirarla a los ojos. Decírselo… ¡Eso!, eso es lo que más deseo en este mundo. Y parezco hipnotizado (no consigo lograrlo) La hipnosis es un don o un arte destinado a no sé quién ni por qué. Hechizado pues en embrujo de amor perdí el sentido de los acontecimientos, cimientos que se derrumban como un castillo de naipes. Y desconozco si sintió ella lo mismo que yo; que un “Te quiero” a veces resulta de decir mucho más difícil de lo que parece. Lo desconozco ¿Pensó ella lo mismo? Acurrucados entre sábanas a mi mente acudieron recuerdos de aquella primera vez, pero no tuve tiempo de asimilarlo nuevamente. Cuando a uno le llega el olor a muerte hasta sus propios pies, no desaprovecha ni uno sólo de los segundos que le quedan. Caí rendido ante ella… Y ella ante mí.
¡UFF! No sé cómo pasó, cómo fue. Y mucho menos cómo mi “soldadito” volvía a ponerse en pié de guerra, desafiante. No lo sé, pero lo cierto es que allí quedamos, cuerpo contra cuerpo. Con el desolado resplandor de un amante despechado atravesé su dulcificante mirada entrando en ella hasta el abismo de su ser. Y despojándola así de su vanidad, de su eterno juego superficial; Como a la vez me despojé yo mismo de mi ridiculez y mi miedo. Por un instante que fue eterno me refugié en el amor puro, en la pasión. Nos abrazamos palpitando aceleradamente los corazones hasta dejar de tener miedo. Mientras, el fuego que desprendían nuestras pupilas nos iban desnudando. ¡Oh, no! No de un forma física, ya cumplida. Nos desnudamos de alma para dentro al mirarnos, y después al cruzar nuestros labios, y recordar el sabor del primer beso. No quería saber más, ni vivir más. Únicamente quise detener el tiempo en ese segundo, porque era consciente de que jamás podría volver a disfrutar de algo tan maravilloso, de ese amor por mucho más tiempo. Pero no era ese tiempo ni lugar para cobardías, no. Que bastante terrible e injusto era ya descubrir que, cuando nosotros dejábamos de tener futuro, el amor lo tenía; y a largo plazo. Valiente, crecido por semejante sentimiento, miré hacia delante. Sólo me quedaba el presente y no estaba dispuesto a renunciar a ello. No, no estaba dispuesto a caer en el error de atormentarme. Prometí aprovechar cada segundo que nos quedara. Prometí ser feliz, aunque sólo fuera un instante. Le abracé aún con más fuerza si cabe, como si su alma y la mía pudieran tocarse, abrazarse también. Me abracé a ella hasta fundir nuestros cuerpos, hasta quedar uno sólo. Hasta besarnos los corazones. Y entré en ella.
*

No se confundan. No fue el hecho de dar rienda suelta a sus pasiones y gusto a sus entrepiernas, no. Fue mucho más que eso. Fue sentir la dualidad, ajeno y propio a la vez el cuerpo. Todo lo que eso rodeaba, el brillo acerado en la mirada. La ternura en el gesto. Y el aplomo en la decisión. La primera vez ¡¡¡UFF!!!... La primera vez. Hacía frío, pero sudaban. Se agitaban, pero no estaban nerviosos. Tenían hambre, tenían miedo, mas no se detenían. Estaban agotados pero no cejaban en su empeño. Se amaban, por primera vez se descubrían el uno al otro sus cuerpos, sus almas. Y su sexo. Sí, así fue la primera. Soldado desorientado se atrincheró en ella, buscó cobijo. Y hoy, más de treinta años después, y rememorando las mieles, se sintió de nuevo revivir. El cáncer podría llevárselo; no su amor por ella.
Como soldado pues, dispuesto a morir con las botas puestas se posicionó ¡La última gran batalla! E inconsciente en su conciencia, supo de ante mano que aquello era una causa perdida. Podía amarla, pero una vez más en la vida. Sólo una. Y sin mayor dilación dejó de divagar.

Dicen que el amor es como una balsa navegando en aceite, pero la cama no. La cama es el océano tranquilo por dónde naufragar sin miedo. Dónde se vive la pleamar de dos seres que se aman. Varado junto al arrecife de coral que es su cuerpo ya no le oprime la cadena del miedo, se entrega a ella. Se atrinchera en ella como soldado desorientado. Ahora lo sabe, traspasará su puerta, la flor de su sexo se abrirá a el. Sintiéndose indestructible vence al miedo, la traspasa y se atrinchera. Ella, mientras tanto, gime. Siente derramársele hacia dentro. Coge su mano, la oprime junto a su pecho, y le abraza, le retiene fuertemente. No, no se reprime, se refugia en él y en el puro instante rezando porque no se acabe, que no cesen las hostilidades.
Un segundo que es un mundo; orgasmo fugaz y eterno. Ya no habría más.


KAPI

miércoles, 7 de marzo de 2012




Hola compas. el lunes, 12 de marzo, se pondrá a la venta la que es mi novela debut, y la cual paso a presentar.

Gracias a todos/as por vuestra atención.

PD: La manera de conseguirla es muy sencilla. A través de la web de Casaeolo. O bien poniéndoos en contacto conmigo. A través de Facebook, Hotmail, blog, tlf…



SINOPSIS



Ubicada en la Barcelona de los años ochenta cuenta cómo se desarrolla la vida de un joven, adolescente, de barrio obrero durante aquella fatídica y convulsa época.

Problemas cotidianos, normas, familia, etc, se presentan a escena y se entremezclan entre excesos, amigos esperanzas e ilusiones frustradas; haciendo de todo ello un cóctel explosivo a la vez que una fuerte crítica social del mundo en qué vivimos: Convivencia progreso trabajo… El fluir del constante vital le llevará, sin pretenderlo, a conocer el amor. Y sus espinas le otorgaran una situación desesperada: Sida y drogadicción. Sin fuerzas ni ganas para continuar hacia delante tendrá que enfrentarse al mayor de sus dilemas. Luchar por su vida o abandonar. Abordada bajo un lenguaje vulgar y cotidiano alberga una profunda reflexión sobre la soledad del ser humano











Introducción





Ser libre significa aprender, equivocarse, tomar decisiones, arriesgarse… Y en verdad que yo lo fui al hacer este libro. Sólo espero, lo disfruten.



KAPI.





















                                                             



INTRO



"El hombre es el ser que padece su propia trascendencia". ¿Y acaso no somos intrascendentales? ¿No lo somos?



Los hombres, los seres humanos, complejos descerebrados de raciocinio dispar; Poco más que eso somos. Tan grandes como pequeños ¡Enormes! E insignificantes. Ya que, como todo en esta vida, el hombre ha de perecer; pues ese es su ciclo, tanto el suyo como el de la vida misma.

Entonces, ¿importa si lo padece, si lo hace? ¿Importa? Y si el hecho fundamental de la existencia humana es el ser humano con el ser humano, cosa que lo singulariza el hecho de que entre ser y ser ocurren cosas, confluyen situaciones que van más allá de los instintos, ¿importa?

…Espacio-tiempo; trascendencia. Todo se detiene, carece de sentido cuando esto ocurre, se manifiesta; situaciones que van más allá de los instintos. Y son breves, son eternos, momentos que nos juntan y nos separan; Momentos que nos deparan el devenir de un instante. Sí, sin duda lo son; e importantes. ¿La soledad? La soledad, salvo excepciones, es una experiencia indeseada similar a la depresión y la ansiedad. Es la de carencia de compañía y se tiende a vincularla con estados de tristeza, desamor y negatividad. Se refleja en el individuo a través de sus relaciones sociales. Y aparece cuando más necesitas a alguien, en los peores momentos. Y los peores momentos aparecen cuando estas solo.

Resulta que cuando alguien a quien hemos amado o que ocupaba un espacio estelar en nuestro corazón lo perdemos, nos invade una particular sensación; esa es la soledad. Un vacío, una nada enmudecida que nos sume en la tristeza y la desesperanza. No sabemos sobrellevar la ausencia o pérdida de una persona insustituible. Porque todo transciende aunque no se acometa, no se le de mayor relevancia. Y de repente nos vemos perdidos y sin referencias.



En fin, ¿padecemos nuestra propia trascendencia, o la del resto? Cabe pues preguntarse. Y si los hombros en los que antes nos apoyábamos para afrontar la vida ya no están ahí, ya no nos sirven de sustento, ¿qué hacer al respecto? Qué hacer si somos seres sociales que necesitamos de los demás para hacernos a nosotros mismos. ¡Qué hacer! Si lo necesitamos, sí;…Porque sin los demás no somos nada.





Agitado en la inconsciencia me perdí, solapadas a mi alma circunstancias y hechos que no acontecen. Como lo es ser ganador o perdedor; pues un término es, que me queda grande.



¡Oh! Ya me ves, viajando voy hacia ninguna parte. Cayendo por ese pozo sin fondo sé, no habrá retorno. Y es que la vida es así, a veces se gana, otras en cambio se pierde. Pero yo no jugaré más. No entro en su partida, su juego. Y si me pierdo entre ruegos, en souvenires que son los sueños... Si me pierdo, os digo -hasta luego-

Decir adiós es decir hasta nunca, y en mi sueño que se trunca yo prefiero un “hasta siempre” Porque a  muchas veces sólo se pierde. Y lo sé, poco o nada me conviene… Pozo sin fondo, que en el fondo me retiene. Sí, a muchas veces es así, pero yo ya perdí demasiado. Perdí tu mirada, tu sonrisa, tu alegría. Me tocó perderte mi niña. ¿Por qué? Esa es la pregunta que nunca lograré responder. Ni pretendo hacerlo.

No, ya no pretendo hacerlo. Y con el sabor de tu ausencia en los labios…, agravios de la ciencia. Con el triste sabor de la derrota, diré ¿Qué importa? ¿Es que nos da miedo sentirnos solos? ¿Y por qué? ¿No gané si acaso libertad?

Gané la lucha al miedo, al error y al fracaso, porque hace tiempo ya que ya nada me importa; todo lo demás lo perdí, incluso la libertad fingida.



Bien lo sabes, aquí todo pierde su sentido. Y, cantando como le canto al olvido, ¡en ausencias sumido! No diré lo que ha sucedido, pero dime en qué te has convertido. Por ello no te digo adiós, y me despido (aunque no es lo que realmente, en lo más profundo del alma, desee) Me despido yo, pues soy yo el que se marcha, se va.

 Y sí, cierro los ojos para poder perderme, evadirme. Desaparecer para  nunca más volver. Quizás nadie me vea correr; Quizás sea mejor así.

Quizás. Porque ya nada tengo, nada quiero, nada me queda por hacer...

SOLEDAD, MI FIEL COMPAÑERA



lunes, 5 de marzo de 2012


PRONTO



*El ser humano es obtuso, ciego al igual que vergonzosamente vergonzoso; porque no se quiere desenmascarar. Aterra. Le gusta el poder ¡Disfruta con él! …Y se relame cada vez que lo ejerce*





Vendrán tiempos de soles y arderá lo vivo

Las aguas subirán a los cielos y nunca más bajarán.

Se cubrirá de polvo el aire caliente

Y el jadeo de las bestias será la melodía de apocalypsis.

El hambre secará los cuerpos y la sed inundará la tierra

Padeciendo así el mundo, la enfermedad de las moscas.

Vendrán años de sol, anunciando el final de los tiempos.



Entre los restos del hallazgo arqueológico descubierto a finales del año 2003, en la isla fluvial emergida del río Sinuf (afluente desecado del bajo Nilo, conocida como “Isendrha”, la isla del fin del tiempo) entre los documentos hallados en dicha excavación, pertenecientes a un período aún por determinar, se encontró grabada en piedra la que fue bautizada por su descubridor (el dr. Benet zaula) como: “La profecía de los años de sol”





… es el hombre, culpable e inocente a la vez; acusado y acusador a un tiempo. Sí, es el “hombre” ingrávido ser, homo idiota, alegre y triste, fuerte pero cansado, ¡ansioso! Y a la vez pausado; por supuesto salvaje, pero con aire de ternura, tosco y refinado. Hombre y niño a la vez, que enferma; goza de salud y sigue enfermando, pues no piensa, actúa; no se rige, le dirigen. Es un lastimero que se revela, que a ras de suelo vuela; y que, cuando está en el aire, únicamente quiere poner los pies sobre tierra firme. Es un “ser” que llega tarde el ser humano, pero llega. Quiere vivir y morir al mismo tiempo, y sin tiempo quiere hacer ambas; pues enferma de vicio, de progreso, de democracia ¡Enferma y es culpable! Mas él mismo se absuelve de sus pecados, y deja estos bajo la fianza de la conciencia, la cual está vendida al mejor postor, que es uno mismo.

¡Ah sí! sí, caeremos sí,… al abismo. Que este “homo”, este “ser”, se entusiasma con su decadencia, se jacta ante su estúpida prepotencia en una estampa de creencia cada vez más fuerte, más ridícula. Cree estar preparado para el progreso, y el progreso lo devora; pues maduro no es, únicamente para el retroceso. Y eso ¡eso! Es lo que pretendo que entiendan ustedes. Pues la vida se ha reducido a tanto que perdemos sentimientos constantemente (entre otras muchas cosas) hecho que lo evidencia la envilecida televisión; y la evasión que nos brinda esta forma de vida: videojuegos y ocio paulatino, cine de corte uniforme, monocorde en su ser y su estupidez; y la rigidez de pasar por el aro, que no es sino devotos innatos del sexo que nos hacen ser.

En fin, dicen, a todo cerdo le llega su hora. Y la suya, la de ellos, ya ha llegado. Pero, ¿y la mía? (Que es la de aquellos quienes creemos en otra forma de vida, y por tanto los denunciamos) ¿Ha llegado ya?



Hosco, símil e inverosímil, grotesco… pero tierno a la vez. Así soy (O eso creo) al igual que lo es mi texto (Y así me muestro. Que soy alumno, soy maestro. Ambidiestro…y torpe a la vez); Mas, y a no tardar, conforme avance la lectura, comprenderás el porqué, anónimo lector; comprenderás que todo lo dicho no es premura sino sólo sinceridad. Pues, a mi edad, no puedo permitirme el lujo, ¡ni quiero! del rodeo y de los preámbulos. Y, ¡perdónenme! Quizá sea la ventaja de hacerse viejo que, a pesar de no tener aparentemente nada para impresionar puede que sí, que lo haya; que lo haya por dentro; y esta sea el hecho de no eludir la frontalidad del encuentro (Siempre voy, e iré, con la verdad por delante) Por eso, antes de vanagloriarme en un afán que desde el inicio de los tiempos atenaza a la gente y no es otro que el de la vanidad, y antes de marchar, diré, puesto que he de decirlo, la que es: Mi última palabra: NADA (si es verdad que ha llegado mi hora; y sino también) No, no diré absolutamente nada; Pues el silencio es tan elocuente que no se puede silenciar, habla por sí mismo.

Pero, para todo aquel que a pesar de ello aún no me comprende, y no ha aprendido quizá a escuchar, a entender el silencio, se lo transmitiré en palabras; y eso me hace retomar el hilo de mi expolio para con esta, “nuestra forma de vida” Forma de vida que obvia algo que todavía nos dignifica: el amor. Sí, el amor ¿acaso no lo recuerdan? -¡ah sí! ¡El amor!- habrá acertado a decir alguno/a. Mas, ¿dónde queda? Se preguntaran (acaso si lo hacen) Pues quizá para la posterioridad, para el interludio que es la muerte.

… El amor…,¿todavía hay quien cree en él? Y no, no se jacten por ello; o lloren por el contrario. Y no me refiero al sentirse atraído física o sentimentalmente por alguien, me refiero a esa confraternización para con las cosas que nos rodean: personas, entorno, ámbito y qué aceres ¡A eso me refiero! No a otra cosa. Y este ¡este! me temo se va perdiendo, poco a poco, lamentablemente, pero así me consta; que se pierde al igual que mi vida en el mundo, sí (Pues mi historia en el mundo, y el mundo es otra historia)

Mas el optimismo hoy brilla en mí (aun no lo crean; o a veces ni yo mismo lo crea) ¡brilla! Sí, brilla; Porque sabe de la batalla que hoy, y aquí, se libra. Porque pronto, los que creen ser amos del mundo caerán. Pronto… que será tarde (Aún nos pese); pues han descubierto que el sometimiento, el aborreguismo social y la narcohipnosis son más eficaces que todas las atrocidades cometidas en el pasado, con torturas, represión e imposiciones. Han descubierto la fórmula, y ésta no es la estupidez ni la rigidez de la gruesa cadena de eslabones; sino la cadena flexible, hecha de fibra que te permite cierta “libertad” de movimientos pero que calibra todos ellos; que pasa de la rigidez y estupidez a la educación en sus conceptos, que son controlados por sí mismos por supuesto; (no podía ser de otra manera), cosa que nos convierte en más estúpidos si cabe (Ya que hace, nos creamos lo que quieren que creamos; y en consecuencia así sintamos)

Bien lo saben, el conocimiento no compartido es poder; y poder es lo que se busca, se pretende ¡y pobre! Pobre de aquel que no lo entiende. Pero pobre, mayor si cabe, de aquel que así lo entienda, lo vea, pues la lucidez hace, a aquellos que la disfrutamos, y sufrimos por contra, a atormentarnos por los errores; ya sean propios o ajenos



… Dicen que es lo último que se pierde: Esperanza. Game over, obtuso, ciego, enmascarado, muerto… olvidamos. Parece que la bola del mundo esperanza ya no tiene, nos conformamos. Pero los ignorados, los que no existimos, los que no tenemos voz, los que, en definitiva, no contamos, que somos esos “lucidos”,  ya somos muchos. Somos la voz distendida, y extendida como rumor de pasos sobre camino pedregoso. Somos la voz del pueblo (Y “Habla pueblo habla” Habla sí, habla. Algún hijo puta vendrá y te dirá -¡Calla!-) Mas ellos no quieren oír, mucho menos escuchar. Únicamente quieren, no silencio, sino silenciarnos ¡Concienciarnos! De que alzar la voz no vale nada.

Son ellos los que tienen el poder, y como tal ejercen. …Y así llegamos al punto, que cuando asimilamos una situación, llega un momento en que no parece tan grave;

¡Joder! pues despertar, que eso lo que quieren que sintamos. Que veamos la negrura gris, y el grisáceo casi blanquecino. Y no es misceláneo pensar, y sin necesidad de dejarse el cráneo, que eso es ruin, es mezquino.



Ya, ya sé que cuando los problemas creíamos olvidados y superados resurgen son más difíciles de aceptar ¡Lo sé! Pero me niego a vivir en la “verdad enmascara” Yo prefiero vivir en una realidad, por dura que sea, a una mentira juguetera e inocente; tan inocente que la convierte en cruel, en atroz.

Pero lo dicho, que el optimismo brilla en mí a pesar de todo; pues ha llegado la hora de luchar, y luchar no es morir: luchar es vivir (Resulta que, como ya he dicho, vamos siendo muchos los que así lo queremos, y que no estamos dispuestos a permitírselo; a permitirles que digan cómo tenemos que ser, pensar y actuar. A que coaccionen nuestras vidas)





En fin, no sé si pronto, que será tarde (aunque nunca es tarde si la dicha es buena) lograremos sacar a la humanidad del atolladero en el que se encuentra inmersa; pero lo intentaremos. Y lo lograremos (Juntos) en base a una colectividad individualizada de ideas y pensamientos. Pero que ésta se rija bajo el respeto, tanto a la vida humana como a la tolerancia y respeto al prójimo, y la libertad. De lo contrario seguiremos bajo la batuta sinfónica de la crueldad que conduce hábilmente el poder político; lo cual nos deja una sinfonía de abismos. Pues tras ellos está la banca y las grandes multinacionales: El orden mundial.

Mas, como ya queda dicho (Y quien lo conoce bien sabe de qué hablo) es el momento de jugar y ganar la partida. Es el momento de dar el paso definitivo: El Jaque Mate.



Hoy toca vencer o morir.





Cierre

keats había escrito que el poeta debe dar poesías naturalmente, como el árbol da hojas. Y yo aquí no he mostrado poesía, sólo textos. Estos textos, los míos, que tal vez lo sean, sean sublimes e insignificantes. Tal vez sí, mis textos sean así; pero preñados de significaciones están. Y tal vez, tal vez desesperadamente importantes precisamente a causa de la inminencia de lo que les hace tan temibles: la verdad dormida, desperezada ahora tras mi tardía llamada. La verdad dormida, que no vencida, que sale de su liturgia de sueño para atormentar a los que hasta ahora han dormido tan plácidamente, que son altos mandatarios y altaneros ruines que han pretendido y quizá conseguido, aunque no del todo, dominar al resto; verdad dormida que vendrá para compaginar el posterior y real, placentero y sincero sueño global que así lo espero, lo deseo, con la esperanza y no la hipnosis.


jueves, 1 de marzo de 2012


… Y ese era mi ser, aquel que quise ver y por fin veo. Te quise ver, sí, te ví y te

veo,…te dejaste ver, alma. Pero, por desgracia, a muchas veces no queremos ni ver ni

ser vistos. Si acaso… miramos, sobre todo al ombligo, al ombligo del vecino no sea que

lo tenga más bonito que el nuestro. Bien, pues mi silencio hago; y por eso a viva voz lo

canto, lo grito, lo ensalzo. Me desenmascaro y digo –Luchemos…; cambiemos ¡Que no

es tan difícil VER! Sólo hace falta querer-

… Y sin querer esbocé la que es; La sonrisa del inocente.



LA SONRISA DEL INOCENTE



Cual visionario, y catastrófico, apócrifo idiota soy ¿Acaso no hay esperanza?

Que yo, cual Don Quijote en lontananza empuño fuerte mi lanza: La palabra (La que

tantas otras veces ya he ensalzado. Apártense pues a un lado) Mas hoy, y sin quererlo, todo se fue al traste (menudo desastre) No lo saben, apenas me obstaculizó la salud, y ya me ridiculizó ésta ante semejante aptitud. Y me refugié por lo tanto en lo mío, en esto que negocié y cercioré no caería en el olvido. Pero siento sean meras palabras; lanza en ristre que de puro chiste se dobla y no alcanza. No al mandoble de aquel que sí lo lanza.

No, no hay tregua ¡No hay ni veinte mil leguas que lo separen! Mas, y si aún no lo saben, enfermo como estaba, gracias al “honoris causa”, aplacé los enseres dedicándome pues a otros, supuestos placeres. Resulta que veinticuatro horas dan para

mucho ¡Y más si cabe cuando uno tiene que permanecer recluido en su casa! Así que

me dediqué horas muertas; y dediqué, muertas las horas, a darle el beneficio de la duda

a una película…

*

Lo veo y me siento identificado. Tras la pantalla de cine observo cómo el

protagonista acude fiel a su cita, forma parte de la lista. Observo que la soledad en un

mundo vertiginoso y desaforado hace mella en la gente. Gente que, por otro lado, no

está perdida; únicamente desorientada. Son encuentros esporádicos, sexuales. Son, claro

está, como el ritmo de la vida de ciudad: rápido. Son como la forma de vida de la ciudad: austeros. Y son como el sentimiento de esa vida propiamente dicha: opacos; vacíos.En fin, perdónenme, y permítanme que me centre en el personaje; pues él no

busca placer en esos encuentros. Bueno, parece que sí, al menos al principio; cosa que

puede llevar a engaño. Lo que busca en realidad es compañía no sexo; busca no sentirse

solo. Porque sentirse solo es el referente, esculpido en la piel y tallado en los huesos, de

todo ser humano que habite en cualquiera de las grandes ciudades de este mundo. La

compañía, el estar y encontrarse con alguien, que es a la postre el reencuentro con uno

mismo/a para todas estas personas habitantes del gran núcleo urbano, de la gran urbe, es

el bien más preciado, escaso por el contrario, que pueden llegar a encontrar hoy en día.

Por encima incluso de la modestia, el refinamiento o buena educación, o la humildad. Y

ahí que reside la Moraleja del cuento transformado: Cuanto más rodeado de gente está

uno más solo se encuentra.

Sí, quería descentrarme un poco ¡Relajarme! Pero ni con esas. Dicha película me

hizo reflexionar, y retomar por tanto el hilo de la balaustrada, balconada sin par ante la

empleada; que es la palabra. Así que si reafirmo la Moraleja del cuento transformado no me crean derrotado.Y tampoco les lleve a engaño mi aparente sonriente rostro, teñido de inocencia que no es tal. Que no les lleve a engaño…, pues el daño ya está hecho. Pero, ¿sabían que al final termina sonriendo el que más sufre? ¿Lo sabían? Pues sí, termina sonriendo el que más sufre, porque es el que aprende a apreciar de verdad una sonrisa.

Bien, pues a mí ya me salieron agujetas en el estómago de tanto hacerlo. Y no, no creo estar del resto por encima, tampoco por debajo. Así que… ¡Al carajo! Me reiré de todos modos, con o sin desparpajo; que la risa es un gajo, un gajo “comestible” de naranja podrida, que es la vida. Y a ésta, a la vida, la observo. Y, ¡joder! lo detesto ¿Por

qué? ¿Por qué hace, vomite en este texto?...

En sesenta y cinco minutos, ni uno más ni uno menos, no te he observado, pues

te llevo observando toda una vida, pero sí he sacado conclusiones; cosa que me abruma

y a la vez conmueve (al igual que recordar tu rostro, esperanza) Se borra y se diluye la sonrisa, para volver después a desbordarse pues, ¿cómo no acordarse? …Y, mientras, gira la lavadora; y yo la observo como se observa al afilador (Es cosa inverosímil y paradójicamente bella) ¡Y pienso en la vida! Pienso en la muerte. Pienso ¡Y eso! Eso es precisamente lo que no quieren que hagamos: Pensar.

Pero a mí ya todo me vence, me puede (No puedo dejar de hacer otra cosa) Tumbado como estoy en la cama, enfermo como antes menté, tras mi ventana veo una nueva puesta de sol ¡Y la vaga luz delira! Parece que, difuminada, se diluye ¡huye! Y siento que ya ni me mira la esperanza (La misma que, en el confín, entre tanto trajín, se dilata) Ni me mira en su escenario, ¡eso compete a luna de escarnio y escarlata! Pero he ahí, mi armadura de hojalata hace de su encargo inútil el tajo a tan disimulada; que es acaso escaso, como cuando apenas sí me mira, el reflejo en mí de tan airada ira.

Parece que voy a caer, estoy derrotado. Así que haré el honor, transcribiré mi legado; y así diré: Si el honor y la sabiduría no son para mí, que sean para otros. Si la gloria y la dicha no son para mí, que la disfrute el prójimo. ¡Que el cielo exista! Aunque

yo no lo vea (Que a mí me da igual, exactamente igual; pues ya, tan retumbado, por

encima del bien y del mal ando), aunque el lugar que me depare sea ese otro lugar al

que llaman infierno. Que me apaleen si quieren, humillen, maltraten. Que sea ultrajado,

saqueado; pero que en el inmenso momento de un instante sepan que a veces batallas

ganadas no son las que creen ver; no la victoria es del vencedor… sino del que no ha

sido derrotado. Y os lo digo yo, porque yo he muerto sí, Luchando. (Luchar y perder no es sinónimo de derrota. La verdadera derrota reside en no luchar; no haberlo intentado)



…¿Acaso alguien piensa dejarse vencer?...