miércoles, 25 de abril de 2012

MAR ADENTRO




Libertad… ¡He soñado contigo tantas noches! Despierto, y es la agonía de no verte, de sentirte difuminada, lo que me atormenta. ¿No existe una manera de poder conservarte, de no perderte, a pesar de dejarte marchar? Dejar que vueles, que acunes a otros, pero que sigas meciéndome. Libertad... ¡En mis sueños apareces! Te toco con la punta de los dedos. Te siento cerca. Y es al despertar cuando empiezo a echarte de menos.
No sé si es desproporcionado el dolor que ido cercenando. Pero ya no tengo fuerzas para continuar. Únicamente quisiera ya dormir, dormir y no despertar. Porque sólo así conseguiré que mi corazón no explote de dolor. Pues dormido, entre las bambalinas del sueño, ese dolor no existe. Y tú, por ser parte de él, desapareces entre su nebulosa. (Libertad mía, libertad añorada. Lo sabes muy bien. Y sí, lo sé, sé que es pintoresco que seas tú mi amor; mi amor Quijotesco. Pero, ¿acaso el amor Quijotesco no es el amor imposible? Yo lo afirmo. Por eso no diré más)

Acartonado, día perdido de domingo que intento en vano recuperar. Es primavera pero la nieve asoma tras la ventana. Pero ¡Es primavera! (Lo incluyo entre exclamaciones sin saber por qué, pues ¿qué me importa? ¿Qué me importa a mí que sea primavera? Os aseguro que viviendo hacinado en un cuarto donde únicamente ocupo el espacio de la cama no importa la estación del año en que te encuentres)
El período primaveral no me otorga estío; ni siquiera ya proporciona brío al arrabal. Pues está seco; Como seca está mi vida (Pues mi vida cada hora se aleja más de la vida) Y sí, estoy luchando (Luchar es lo que me mantiene vivo) Estoy luchando pero, ¿por qué? ¿Para qué? Bien sencillo. Lucho para conseguir un final digno, una muerte digna, pues esto no es vida.

Dicen que un ser humano se compone de memoria y recuerdos. De experiencias encubiertas todas ella de sonrisas, de lamentos. Un ser humano se compone, en definitiva, de vida (La misma que a mí me va faltando) Recordar tiempos pasados, os aseguro, no me ayudará en absoluto. Al igual que el presente más inmediato, que no es otro que el futuro que está por venir (Postrado en una cama no me quedan fuerzas para seguir adelante)
Mi sangre, que recorrió mi cuerpo en su extensión, que me abrazó con la tenue y palpitante caricia de la vida, se estanca como cauce de río seco. Mi sangre… Mi sangre ahora recorre mi cuerpo en su extensión, recorre mi cuerpo en defunción (No hay sentidos que valgan)
Mi cuerpo, aparte de ser traslúcidamente opaco, es metafóricamente estéril. NO así mi interior puesto que mi raciocinio rige en todo su esplendor, para mi desgracia.

Expresarme con lo único que puedo, esto es, la palabra, es lo que pretendo. Siento la necesidad de hacerlo, siento la necesidad de manifestarme. Y al hacerlo enseguida comprendí. Era el momento, ¡mi momento! de perderme, mar adentro…, y ser tan sólo libre. Quizá no me arrepienta. Quizá nadie lo comprenda. No hace falta. Este viaje que emprendo es hacia mi interior, a mirarme más adentro de lo que dictan mis propias entrañas. Viajo al submundo de mi conciencia; hasta la antesala de la razón (Y allí, ciento ochenta grados en cincuenta y nueve segundos, conseguirán que en tan sólo uno de la vuelta completa)
Los muros de mi destino ya se quebrantan al barruntar la idea que persigo en mis sueños. La idea que durante estos años he aguardado con disimulada paciencia a que se produzca. La idea que, por un instante, logra que me olvide de todo. Y eso me hace feliz.

Esa idea, transformada en sueño, no es otra que la muerte (Pues mi sueño es la muerte, una muerte digna. Esa es mi idea) Pero mientras tanto, mientras llega ansiada liberación que no es otra que la de la no existencia, quisiera perderme mar adentro en mi conciencia, acudir a tu encuentro, al encuentro de mi alma, y allí, en el centro, esto es, mi corazón, descubrir. Descubrir que todo carece de importancia, girar grados y segundos hasta ecualizar designio inverosímil del destino; que todo es trascendente en la intrascendencia de la existencia.
Soy gallego, pero no brujo. No hay Meigas que deshagan este fatal hechizo, por no llamarlo enfermedad o algo peor; putada más que desgracia. No, yo no elegí mi destino, al igual que ahora no puedo manejarlo. Me niegan lo que más deseo. Y el deseo…. El deseo me otorga. El deseo me otorga un nuevo brío, el estío llega a mi corazón. Deseo levantarme y “desacantonarme” Volar, reír, llorar, soñar… Por un instante consigo lograrlo.
Era un sueño. Soñé sí, por un instante soñé. Dime, ¿qué otra cosa puedo hacer? Soñar es la dulce muerte de la conciencia. Y es por eso que a veces duermo con una sonrisa clavada en los labios.

Por desgracia ya no es así. Hoy no lo siento así. Ya ni sueño, no me dejan.
Agudizo los sentidos, es palpable. Te hecho en falta ¿Ya no estás aquí? Le hablo a mi imaginación ¿A qué otra cosa pudiera hacerlo? Creo que eres tú lo único que puede hablar sin emitir palabras. Creo que eres tú… No quiebres mis quebradas alas.
Sin ti ¿Qué me queda? Si ya la estación de los sueños es un traje roto. Si ya el momento que disfruto es el que pasé el segundo anterior (Porque sé que es un segundo menos de vida que me aguarda) Si ya nada vale nada. Ni un susurro, ni un aliento. Nada. ¿Qué me queda? Si ya no está junto a mí, imaginación mía, ilusión mía, nada me queda.
Apartado en un rincón, entre la oscuridad oculto, he volcado mi interior en la fría intimidad. Sin tiempo para el rencor (Veintiocho años lo avalan) saco conclusiones en lo profundo pues ya llegué al límite: No tengo nada que perder. Nada pierde quien nada tiene.

Hoy mis pupilas, dilatadas de tanto mirar a través de lo oscuro, desaladas de tanto llanto absurdo, miran con recelo todo atisbo de actividad. Que yo lo único que alcanzo a mover es mi cerebro (Me gustaría que, quizá también, alguna conciencia… Por muy difícil que resulte) Muevo aquello que muchos dan por inútil, que cerceneran hasta denostarlo; hasta anegarlo de borregismo. Muevo aquello que ni la ley ni la justicia parecen utilizar: Cerebro; esto es, razón, cordura. Sentido común (Que es lo que me lleva a tal fin: A ponerle punto y final a todo esto)
No, esta vez no le hablo a mis sueños (Ellos ya ni me hablan) Le imploro al supremo, se lo vuelvo a susurrar (Por si acaso el viento, a través de mi ventana, no le pudo transmitir mi mensaje) Volar, reír, llorar… Soñar. Eso quiero, eso que ya no poseo en vida. Quizá ahora comprendan, o quizá no, pero a mí nada me importa. Sólo una cosa… aquella que me deniegan.
Porque yo, antes de continuar viviendo así, que no es vida os lo aseguro, prefiero morir. Y lo invoco cada amanecer; al alba se lo entono ¡Imploro que acabe con mi sufrimiento!... No aguanto más ¡(Apiádate y acógeme! Hermana muerte querida. Con tigo alcanzaré la libertad)
¿No merezco acaso dignidad? Esa de la que fui desposeído hace tantos años. Y el derecho a elegir. ¿Dónde queda? ¿Tampoco me pertenece? (Menos mal que vivimos en democracia. Menos mal)

Desubicado, desencajado de mi santuario, el estuario de mi alma, intento ordenar lo revueltamente ordenado, esto es, el caos de mi meticuloso planteamiento: El derecho a una muerte digna.
Me indigna conocer la realidad, vetado está por absurdas leyes que ni sienten ni padecen. ¿Qué saben ellos? Las leyes son sólo un montón de palabras. No pueden por tanto sufrir el horror de estar o vivir como yo lo hago.
Mis plegarias por tanto no van dirigidas a falsos dioses ni religiones que poco o nada pueden hacer por mí, van dirigidas a la ley, la justicia; y en última instancia a esa mano inocente que pondrá sobre mí la dosis justa que consiga hacer cumplir con mi objetivo (Porque por desgracia sé que, dejando a un lado “milagros” o susodichas eclesiásticas, que evidentemente quedan al margen de toda opción o acción, ni la ley ni la justicia harán nada al respecto)

Me hacen ir, me hacen venir ¡Dios! Qué cachondeo. Veo y veo tanto mamoneo que… en fin. Ya no me muevo, no; no me moveré (Irónica me resulta esa palabra cuando viajo en una cama o una silla; cuando no muevo ni un músculo de mi cuerpo más allá por debajo de mi cabeza) Me quedaré en mi cuarto, esa habitación donde he pasado, padecido mejor dicho, el rigor del tiempo; donde el apocalipsis surgirá en breve.
¡Oh no! Eutanasia es un nombre muy feo. Yo prefiero llamarlo liberación. Y no por favor, no os escandalicéis. No vallan a escandalizarse ahora. Quien se asusta por ello demuestra ser un ignorante. En mi caso concreto la muerte no es terrible, no es el final. Es el comienzo (Pese a quien le pese)
Por eso pido ¡suplico! Llevadme junto a ella si de verdad me queréis (Llevadme hacia el descanso eterno)… Llevadme mar adentro.

(Inspirado y dedicado a la memoria de Ramón San Pedro)



KAPI

miércoles, 18 de abril de 2012

TORMENTO


El motor de la sierra se truncó sin vida al igual que su enemigo árbol, mortalmente herido no tenía salvación. Sin embargo seguía en pié, erguido, mostrando su orgullo. La sierra también, alojada en manos del hombre. Hombre que se encabrita, no entiende nada. Además, el tiempo caluroso del verano, pegajoso calor de aquel día, no ayuda en la labor. Molesto tiró de la correa. Nada. La sierra yacente chasqueaba un rugido estercóreo entre sus manos. Tiró nuevamente y, cual ruido de trueno, ahora sí, tronó. Revivió insospechablemente entre sus manos. Rápidamente se dirigió al árbol. Éste, inmóvil y erguido, esperaba funesto desenlace.
Miró al cielo, como toda mañana, por última vez esta vez, dejando resbalar el último rayo de sol entre sus ramas. El cielo, gris de repente, cual presagio, con velocidad de rayo se cargó de nubes. Presagio de tormenta…, y se atormenta el hombre. Se aplica con fiereza a la labor de tronchar el árbol. Y cuando la primera gota de lluvia le besa la copa ya crepita, iniciando su descenso hacia el abismo. Lo hace delante del hombre, aún sierra en mano, cuando al instante cae al suelo con gran estruendo y fogonazo. Apenas dos segundos después llega el sonido del trueno. Pero ya nadie lo escucha, ni el árbol, ni el hombre. Uno yace cortado por su base. El otro atravesado por la fuerza inescrutable de la naturaleza.

HAITÍ (artículo)


Haití, devastada por la miseria, es ahora foco de atención gracias a un terrible
seísmo; el mayor según dicen del último siglo. Y los españoles, solidarios con la causa,
no escatiman empeño. Mientras, en el país, más de cuatro millones de habitantes
englosan las listas del paro; aquí, ni gobierno ni empresarios atienden a la llamada, sino
que al revés: el empleo generado raya la desidia, que hoy día apenas se consigue trabajo
sino es “gracias” a las E.T.T.S, las cuales ya se sabe que viven de nuestro sudor; puesto
que son meros intermediarios, cosa que hace, no tengamos ya un patrón, un jefe, no;
sino que tengamos dos. Se congelan los sueldos o al revés, ya que el 0,9 por ciento de
subida salarial se contrasta con el aumento en dos puntos en el Irpf. Aún así, los
españoles, mantenemos nuestra solidaridad; aunque, curioso, siempre de puertas para
fuera, y cuando hay una “causa mediática de por medio”, olvidándonos del dolor y el
sufrimiento del vecino; familia que se sostiene en el desempleo, y acuciada por el
saqueo indiscriminado del mes a mes, matrimonio poco conveniente para con el banco.
Banco que, por otra parte, nos facilita una cuenta para esa generosa solidaridad,
cobrándonos su comisión correspondiente (No sé cómo todavía no se les cae la cara de
vergüenza) Alabados sean.
Ya, ya sabemos que el dinero es deuda, y ellos viven a costa de ello; y de
chuparnos la sangre. Porque Haití necesitará de una reconstrucción, y allí estarán las
empresas del primer mundo: para reconstruirla. Cosa que no será gratuita. Y a ese
“banquete monetario” se prestarán ávidos los bancos, pues verán en ello negocio. Opio
del cual no se pueden desprender.
Seguiría… pero he de parar aquí. Así que, en fin, si algo digno nos queda, y
“solidaridad” es palabra honesta, no la mancilléis con aquello que, desgraciadamente,
desconocéis: Dignidad.
                                                                     JAVIER PEÑALBA HERNANDEZ

lunes, 16 de abril de 2012



Hace unos meses perdí a un ser querido en la familia. querido porque llevaba 8 años con nosotros. Era mi pez Rasca. En memoria.

Rey de las aguas de mi casa,
yo sé que volverás a surcar
allá en el reino de los cielos…
Libertad que no han de usurpar.
Aletear de arriba abajo,
flujo del influjo del trabajo.

Rey de las aguas de mi casa,
yo sé que volverás a nadar
allá en horizontes eternos…
Felicidad que no te han de robar.
Boquear de resquebrajo,
un lujo para estar arriba y debajo.

Recordaré tu aletear,
tu insistencia para la comida;
el cómo te posabas sobre mi mano.
Recordaré tu bienestar,
tus golpecitos de bienvenida;
el por qué eras todo un reclamo.

Así como el dejarte el agua limpia para mejor mover,
pero yo sé que bien te movías. Energía no te faltaba.
Siempre cual cronómetro vudú: te agitabas.
Y siempre, siempre, piedras que levantabas.

También dejarte la luz encendida para pudieses ver,
pero yo sé que veías. Ninguna miga se te escapaba.
Siempre el mismo menú: unas algas.
Y siempre, siempre, las misma ganas.

Pez de aletas, vuela hoy sin alas;
Mi humilde mar se te quedó pequeño.
Ahora hacia otro ya marchas.

Pez de escamas, respira sin branquias;
Y que no se te olvide ser tú tu dueño.
Ahora libre hagas lo que hagas.

domingo, 1 de abril de 2012

Carta a 1 mundo desorientado


Estalla una situación que se veía venir. Un modelo económico obsoleto, una forma de vida insostenible. El “homo idiota” impera, campea a sus anchas. Es, el único animal de entre diversidad de especies, y bien digo animal, pues lo es, o lo somos, racionales o no, que es capaz de transformar su entorno ¡Y en buena hora! Porque una cosa es transformar, y otra bien distinta destruir (Construir ahora castillos en el aire no nos servirá de nada)
Desarrollo sostenible, esa es la nueva palabra que se pone en boca de todos. Pero es que ya, a estas alturas, la única sostenibilidad posible es el No desarrollo. Pero aún así ellos parecen no enterarse, o no querer hacerlo. En verdad os lo digo ¡Miradlos! "Por sus frutos los conoceréis" Es la élite que nos gobierna, nos dirige. Aquellos que son muy buenos en lo malo. Esto es, haciendo el mal. Aquellos que usan la TV y los medios para manipularnos, engañarnos, y dividirnos. Cosa que de sobra sabemos. De hecho son los dueños de todas ellas. Y de las que no, enseguida lo hacen, o hacen simplemente que desaparezcan. Y nosotros… Nosotros, joder, parecemos borregos ¡No hacemos nada!  Resulta que nos gusta la tertulia de tarde, la de la crónica rosa, necrológica a mi gusto y parecer. O cuando no el reality show de turno, que es siempre inoportuno dado que su emisión es en prain time, haciendo que, o lo veo, o busca otra forma de ocio alternativa. Y al parecer eso convence. Amén de otras, ¡tantas y tantas banalidades!, que nos brinda la caja tonta, o mejor debería de decir la caja inteligente; pues los tontos somos nosotros al verla. Pero bueno, a lo que iba que me pierdo. Aún y así, sirva pues de ejemplo. Nuestra lucha no debería ser física, sino espiritual (Algo así como un de ja vu del big bang; pero interiormente) Pues si luchamos con la fuerza, perderemos la batalla porque ellos controlan el mundo. No, debemos luchar con la fuerza que da la fuerza, que es el conocimiento. Porque el conocimiento es poder. Y poder es precisamente lo que no quieren que tengamos. Debemos ir por tanto a la raíz del problema: La educación. Y Llevar amor dónde ellos ponen temor. Sembrar paz donde ellos dicen guerra; dejando que la luz desvanezca la oscuridad.


PD: Imagino un mundo en donde las empresas y los gobiernos actúen en beneficio y a instancias del pueblo, sin oscurantismos, sin interés ocultos ni propios. Y que traten bien a los empleados. Pero por desgracia, sueño.