La necesidad de escribir, de sosegar al alma impura, que no
me indulta ni me suelta, hace mella. ¿Por qué razón? ¿Por qué azarosa, estúpida
si cabe, penetra en mí como el joven insolente? Nada pido y nada he dado.
Tiempo ha, se veló la luz que tras la estela contempló mi mala estrella… Y
desde entonces sella el corazón indómito del rebelde que no se revela. Que se
deja llevar, como las corrientes. Que se somete, como todos. Y que llora. Ríe,
je, a veces; pero por puro disimulo. Y más cuando piensa en ti, Libertad. No le
postula, no le congratula, la caricatura que hace la vida. Ni la vida que
lleva. El mundo se nos cae a pedazos y yo sólo pido un poco de resplandor.
Nada más saludable que un poco de resplandor. Muy bello texto y precioso blog. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alma, por tu visita y tus palabras. 1 abrazo.
ResponderEliminarHola Javier!!
ResponderEliminarEsa necesidad de escribir,de exteriorizar nuestro interior,es lo único que nos salva o lo único que nos queda, en ocasiones,la vida nos marca y aunque nos dejemos llevar, ese momento de escribir es nuestro, íntimamente nuestro.
Un abrazo!!