Apenas
sé de ti, Guadalquivir;
desde
tierras del norte no se puede advertir
ni
tu horizonte ni tu luz disconforme
de
enjuta alelí.
Pero
existes, brotas de la tierra al igual que yo;
ser
vivo que, ni preso ni cautivo, libre nació.
Un
afluente de la fuente vida, acaso eso soy.
Sin
embargo pierdo el rumbo,
vientre
que me dio vida ya me enlutó.
Madre
que Dios en paz guarde
ya
se expande entre su cielo, luna y sol.
Afrontar,
y afrentar en su memoria
creo
es lo que me queda ahora.
Pero,
¿y tú? Tú, Guadalquivir,
me
temo no es difícil concebir
que
allá, en Cañada de Cañepla naciste.
Sí,
en el vientre de la madre Almería;
concretamente
en la pedanía de María.
¿Por
qué entonces no se te reconoce?
O
no te reconoces tú, río indómito
que
por anónimo sin duda no pasas.
No,
ni sé por qué, Guadalquivir,
en
tu cubil de aguas enaguas
bellezas
que se han de advertir.
*
Decir
por ello, por si estás al filo:
no
te sientas en tu cauce cautivo
¡Manejas
corriente! Ente vivo.
Tal
como este poema, tuyo y mío.
Poema con el que fui seleccionado, mención de honor, en el 1º premio internacional de poesía Guadalquivir cautivo (año 2011)
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