miércoles, 18 de abril de 2012

TORMENTO


El motor de la sierra se truncó sin vida al igual que su enemigo árbol, mortalmente herido no tenía salvación. Sin embargo seguía en pié, erguido, mostrando su orgullo. La sierra también, alojada en manos del hombre. Hombre que se encabrita, no entiende nada. Además, el tiempo caluroso del verano, pegajoso calor de aquel día, no ayuda en la labor. Molesto tiró de la correa. Nada. La sierra yacente chasqueaba un rugido estercóreo entre sus manos. Tiró nuevamente y, cual ruido de trueno, ahora sí, tronó. Revivió insospechablemente entre sus manos. Rápidamente se dirigió al árbol. Éste, inmóvil y erguido, esperaba funesto desenlace.
Miró al cielo, como toda mañana, por última vez esta vez, dejando resbalar el último rayo de sol entre sus ramas. El cielo, gris de repente, cual presagio, con velocidad de rayo se cargó de nubes. Presagio de tormenta…, y se atormenta el hombre. Se aplica con fiereza a la labor de tronchar el árbol. Y cuando la primera gota de lluvia le besa la copa ya crepita, iniciando su descenso hacia el abismo. Lo hace delante del hombre, aún sierra en mano, cuando al instante cae al suelo con gran estruendo y fogonazo. Apenas dos segundos después llega el sonido del trueno. Pero ya nadie lo escucha, ni el árbol, ni el hombre. Uno yace cortado por su base. El otro atravesado por la fuerza inescrutable de la naturaleza.

2 comentarios:

  1. Este "tormento" lo leí en Casa Eolo y me encantó. Buen relato donde la naturaleza castiga las vilezas del hombre.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias teresa. Por cierto, aclarado. gracias por tu explicación o punto de vista respecto a nuestro otro punto de encuentro, Casa Eolo. de todos modos, nos seguimos.

      1 abrazo.

      Eliminar