jueves, 1 de marzo de 2012


… Y ese era mi ser, aquel que quise ver y por fin veo. Te quise ver, sí, te ví y te

veo,…te dejaste ver, alma. Pero, por desgracia, a muchas veces no queremos ni ver ni

ser vistos. Si acaso… miramos, sobre todo al ombligo, al ombligo del vecino no sea que

lo tenga más bonito que el nuestro. Bien, pues mi silencio hago; y por eso a viva voz lo

canto, lo grito, lo ensalzo. Me desenmascaro y digo –Luchemos…; cambiemos ¡Que no

es tan difícil VER! Sólo hace falta querer-

… Y sin querer esbocé la que es; La sonrisa del inocente.



LA SONRISA DEL INOCENTE



Cual visionario, y catastrófico, apócrifo idiota soy ¿Acaso no hay esperanza?

Que yo, cual Don Quijote en lontananza empuño fuerte mi lanza: La palabra (La que

tantas otras veces ya he ensalzado. Apártense pues a un lado) Mas hoy, y sin quererlo, todo se fue al traste (menudo desastre) No lo saben, apenas me obstaculizó la salud, y ya me ridiculizó ésta ante semejante aptitud. Y me refugié por lo tanto en lo mío, en esto que negocié y cercioré no caería en el olvido. Pero siento sean meras palabras; lanza en ristre que de puro chiste se dobla y no alcanza. No al mandoble de aquel que sí lo lanza.

No, no hay tregua ¡No hay ni veinte mil leguas que lo separen! Mas, y si aún no lo saben, enfermo como estaba, gracias al “honoris causa”, aplacé los enseres dedicándome pues a otros, supuestos placeres. Resulta que veinticuatro horas dan para

mucho ¡Y más si cabe cuando uno tiene que permanecer recluido en su casa! Así que

me dediqué horas muertas; y dediqué, muertas las horas, a darle el beneficio de la duda

a una película…

*

Lo veo y me siento identificado. Tras la pantalla de cine observo cómo el

protagonista acude fiel a su cita, forma parte de la lista. Observo que la soledad en un

mundo vertiginoso y desaforado hace mella en la gente. Gente que, por otro lado, no

está perdida; únicamente desorientada. Son encuentros esporádicos, sexuales. Son, claro

está, como el ritmo de la vida de ciudad: rápido. Son como la forma de vida de la ciudad: austeros. Y son como el sentimiento de esa vida propiamente dicha: opacos; vacíos.En fin, perdónenme, y permítanme que me centre en el personaje; pues él no

busca placer en esos encuentros. Bueno, parece que sí, al menos al principio; cosa que

puede llevar a engaño. Lo que busca en realidad es compañía no sexo; busca no sentirse

solo. Porque sentirse solo es el referente, esculpido en la piel y tallado en los huesos, de

todo ser humano que habite en cualquiera de las grandes ciudades de este mundo. La

compañía, el estar y encontrarse con alguien, que es a la postre el reencuentro con uno

mismo/a para todas estas personas habitantes del gran núcleo urbano, de la gran urbe, es

el bien más preciado, escaso por el contrario, que pueden llegar a encontrar hoy en día.

Por encima incluso de la modestia, el refinamiento o buena educación, o la humildad. Y

ahí que reside la Moraleja del cuento transformado: Cuanto más rodeado de gente está

uno más solo se encuentra.

Sí, quería descentrarme un poco ¡Relajarme! Pero ni con esas. Dicha película me

hizo reflexionar, y retomar por tanto el hilo de la balaustrada, balconada sin par ante la

empleada; que es la palabra. Así que si reafirmo la Moraleja del cuento transformado no me crean derrotado.Y tampoco les lleve a engaño mi aparente sonriente rostro, teñido de inocencia que no es tal. Que no les lleve a engaño…, pues el daño ya está hecho. Pero, ¿sabían que al final termina sonriendo el que más sufre? ¿Lo sabían? Pues sí, termina sonriendo el que más sufre, porque es el que aprende a apreciar de verdad una sonrisa.

Bien, pues a mí ya me salieron agujetas en el estómago de tanto hacerlo. Y no, no creo estar del resto por encima, tampoco por debajo. Así que… ¡Al carajo! Me reiré de todos modos, con o sin desparpajo; que la risa es un gajo, un gajo “comestible” de naranja podrida, que es la vida. Y a ésta, a la vida, la observo. Y, ¡joder! lo detesto ¿Por

qué? ¿Por qué hace, vomite en este texto?...

En sesenta y cinco minutos, ni uno más ni uno menos, no te he observado, pues

te llevo observando toda una vida, pero sí he sacado conclusiones; cosa que me abruma

y a la vez conmueve (al igual que recordar tu rostro, esperanza) Se borra y se diluye la sonrisa, para volver después a desbordarse pues, ¿cómo no acordarse? …Y, mientras, gira la lavadora; y yo la observo como se observa al afilador (Es cosa inverosímil y paradójicamente bella) ¡Y pienso en la vida! Pienso en la muerte. Pienso ¡Y eso! Eso es precisamente lo que no quieren que hagamos: Pensar.

Pero a mí ya todo me vence, me puede (No puedo dejar de hacer otra cosa) Tumbado como estoy en la cama, enfermo como antes menté, tras mi ventana veo una nueva puesta de sol ¡Y la vaga luz delira! Parece que, difuminada, se diluye ¡huye! Y siento que ya ni me mira la esperanza (La misma que, en el confín, entre tanto trajín, se dilata) Ni me mira en su escenario, ¡eso compete a luna de escarnio y escarlata! Pero he ahí, mi armadura de hojalata hace de su encargo inútil el tajo a tan disimulada; que es acaso escaso, como cuando apenas sí me mira, el reflejo en mí de tan airada ira.

Parece que voy a caer, estoy derrotado. Así que haré el honor, transcribiré mi legado; y así diré: Si el honor y la sabiduría no son para mí, que sean para otros. Si la gloria y la dicha no son para mí, que la disfrute el prójimo. ¡Que el cielo exista! Aunque

yo no lo vea (Que a mí me da igual, exactamente igual; pues ya, tan retumbado, por

encima del bien y del mal ando), aunque el lugar que me depare sea ese otro lugar al

que llaman infierno. Que me apaleen si quieren, humillen, maltraten. Que sea ultrajado,

saqueado; pero que en el inmenso momento de un instante sepan que a veces batallas

ganadas no son las que creen ver; no la victoria es del vencedor… sino del que no ha

sido derrotado. Y os lo digo yo, porque yo he muerto sí, Luchando. (Luchar y perder no es sinónimo de derrota. La verdadera derrota reside en no luchar; no haberlo intentado)



…¿Acaso alguien piensa dejarse vencer?...

1 comentario:

  1. Un placer tu vuelta y tus letras. Yo me voy 10 días de vacaciones, a respirar otros aires jejeje.

    Besos.

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